Odio tu cuerpo así. No lo sabes.
Pasa la hoja de afeitar por tus piernas y no miras ninguna frontera más allá. Esa lengua metálica lame tus pantorrillas, sube por tus rodillas de marfil y pasa de puntas bajo el costado de aquella cicatriz, que de niña te nació.
Alzas los ojos con el espejo y buscas la crema, mientras tus arrugas encuentran ríos salados. Vuelves esas tus manos a tus dedos y les envuelves contra el tiempo. La lengua aspira esa piel y gira como en una pista de baile por tus muslos y la música juega junto a tus ojos.
Te ríes un poco, tiemblas y es tan dulce y perfecto verte así. Tomas tus cabellos y recorres toda el agua dormida que se precipita en la comisura de tu sexo y se mezcla con esa savia bienaventurada.
Tus piernas se abren lentamente y la lengua quema tu sexo.
Yo me siento en el wáter a ver tu sombra a través de la elipse. No me miras; saco un cigarrillo, lo enciendo y la primera bocanada, esa tan cálida, la arrojo desde la mitad de mi lejanía, a tu sexo sin sed. Vos sigues ahí hundiéndote en ti y entiendo otra vez que la hoja de afeitar, es una extensión de tu cuerpo que suda un deseo sin mí.
Pasa la hoja de afeitar por tus piernas y no miras ninguna frontera más allá. Esa lengua metálica lame tus pantorrillas, sube por tus rodillas de marfil y pasa de puntas bajo el costado de aquella cicatriz, que de niña te nació.
Alzas los ojos con el espejo y buscas la crema, mientras tus arrugas encuentran ríos salados. Vuelves esas tus manos a tus dedos y les envuelves contra el tiempo. La lengua aspira esa piel y gira como en una pista de baile por tus muslos y la música juega junto a tus ojos.
Te ríes un poco, tiemblas y es tan dulce y perfecto verte así. Tomas tus cabellos y recorres toda el agua dormida que se precipita en la comisura de tu sexo y se mezcla con esa savia bienaventurada.
Tus piernas se abren lentamente y la lengua quema tu sexo.
Yo me siento en el wáter a ver tu sombra a través de la elipse. No me miras; saco un cigarrillo, lo enciendo y la primera bocanada, esa tan cálida, la arrojo desde la mitad de mi lejanía, a tu sexo sin sed. Vos sigues ahí hundiéndote en ti y entiendo otra vez que la hoja de afeitar, es una extensión de tu cuerpo que suda un deseo sin mí.
2 comentarios:
Me gusta su trabajo, ha creado unas imagenes perfectas.
PANIS ME ENCANTA EL HECHO DE QUE HAYAS VUELTO A ESCRIBIR. ESTOY FELIZ POR ELLO.
EL TEXTO ME GUSTA, ESPECIALMENTE COMO LO EMPIEZAS.
SIGUE ASI, QUE QUIERO SEGUIR LEYENDOTE!
TE AMO PANIS! IB
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