viernes, septiembre 01, 2006

Palabras y ejemplos: Número y siete

Parte uno: Tintorería

“Para que nunca se olviden, las gloriosas Olimpiadas, mandó matar el gobierno 400 camaradas, 400 esperanzas a traición arrebatadas, a pesar de estar tan lejos se escucho aquí la descarga, de esos valientes soldados que asesinan por la espalda. ¿Como harán los granaderos cuando llegan a sus casas, a amar a sus mujeres con manos ensangrentadas? Porque esas manchas no salen ni con jabón ni con agua, te pregunto granadero, ¿Cómo has pensado lavarlas?...”
Oscar ChávezMéxico 68

Un señor con gabardina y de sombrero de doble ala, recorre dos avenidas, dos calles, unas cuantas banquetas sube y baja. En el suelo va olvidando bajo las suelas, algunas huellas, para no perder el origen. Al abrir la puerta de una Tintorería, unas campanillas son agitadas y ellas despertándose dan gritos de existencia, por lo que él les presta atención, y con un shhh, busca llevarlas al dormitorio de un edén. Un cuerpo arrugado presta auxilio al grito, y va arrastrándose con dos bastones de bambú, sin buscar dar consuelo o cantar canciones con frágil voz, pregunta al que ha perpetrado sus motivos de ingreso. Él descubre el miedo en sus palabras no pronunciadas, y abre sus manos y le enseña un coagulo de sangre en cada una, y los dedos con una capa de sangre hecha costra. Las acerca a aquel cuerpo arrugado, y se inca, e implora agachando la cabeza, que sus manos sean purificadas. Bajo ese llanto y la indiferencia de aquel cuerpo arrugado, los labios respondiendo al titiritero, expulsan en medio de un parto de pasado y temblando el nombre de Azucena. Saca su billetera e intenta comprar la purificación. Aquel cuerpo arrugado empieza a bañarse con sólo una lágrima el presente, y con sus bastones se arrastra a la puerta y hace gritar a las campanillas, estas invitan a la expulsión. Él hombre de la gabardina saca un cuchillo y cercena su mano izquierda, y la deposita sobre el mostrador. El cuerpo arrugado la ve, y sus labios sólo pronuncian: Sigue sucia, y las de mi nieta eran limpias. Él hombre de la gabardina, chorreando coágulos de sangre sale de la Tintorería. En el piso se alumbra con un destello, una placa policíaca que dice con letras doradas: Cuerpo de Granaderos.
Parte dos: Lavaderos

-Se ha ido el agua.
-¿No queda ni humedad verdad?
-¡No!
-Entonces es hora de irnos.
-Entonces es hora de morir.
-¡Pero la ropa!, ¿morir con esta suciedad en los cuerpos? Es el único vestido que tengo, no quiero usarlo en la muere así sucio.
-Que tonta eres.
-Sin insultos, nunca te he hecho lo mismo yo a ti, porque hacérmelo hoy a mí.
-¡Que tonta eres!
-¡Basta!
-Observa el fondo de la pileta, observa el vació que tienen en común ahora que se descubre la soledad.
-Lo sé, lo sé, que más quieres que haga, que más. ¿Acaso?
-Un cuchillo portas en la mano, porque no hacerlo…
Bajando del cielo un destello penetró en la vagina de... y un río de sangre empezó a correr por una zanja que la sequía había abierto, el arroyuelo –ahora ya- bajaba unos cuantos peldaños, hechos por unas piedrecillas, y estos llenaban de humedad su superficie, y por hambre la pileta fue tragando todas las gotas...
Es tragada...por la tierra. El llanto de un niño, hace eco eterno en los oídos de Luís, y todos los cuentos se le hacen polvo.
Parte tres: Río

Mi abuela un día fue niña, así jugaba y era castor. Iba y venía con pequeños tallos de hojas, pinos, ramas secas, todo aquello. Con su vestido llevaba a la orilla del río ladrillos de la tierra dormida en la milpa de su padre. A veces se quedaba dormida amasando la tierra, haciéndola suave, meciéndola entre sus dedos de carrizo y uñas de seda. Sr. 1 Venado y Sra. 1 Venado, venían a buscarla, ella apenas y apenas alzaba los parpados. Todo era así.
Un día el maíz encontró una serpiente de fuego entre sus dientes, ella como Lluvia se precipitó sobre ella, la tomo por el cuello y fue haciendo de su cuerpo un vapor elevándose. Sr. 1 Venado y Sra. 1 Venado, lloraron por el cuerpo dividido de su hija, del maíz extrajeron unos granos y con ello reconstruyeron su mitad, así le vistieron de jade y de oro. Intentó correr, intento ser viento, pero 9 Viento estaba con un caracol guiándola, los cuatro puntos cardinales aceptaron el ritual, y se convirtieron en centro, y en ese se encontraba 5 Viento, frente a sus pies yacían granos de cacao y un sahumerio. Mi abuela llegó a ese destino, y de sus manos salieron garras, su cuerpo se encogía, su piel se llenaba de pasto, abierto un nuevo camino, se echo a andar por el “río de un manojo de plumas”, en su recorrido se dolió del escape, se dolió de su destino, y sin poner tiempo a la melancolía, sus ojos se volvieron caudales, que desbordaron el “río de un manojo de plumas”. Sr. 1 Venado y Sra. 1 Venado se subieron a las tierras altas, y al elevarse el agua, quisieron tener a su hija entre ellos, e regaron de maíz la tierra, e le cuidaron, e esperaron a que su hija hiciera de ese maíz hombres y mujeres, pero ella no bajo, y se quedo hay, como cielo.
Atentamente
Santey Herco

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