viernes, octubre 13, 2006

Todos el tiempo va al cielo

Cuenta Santey que hubo una vez que en unos de sus viajes al norte, termino en un pueblo solitario, pero de gran prosperidad, tenían todo en él, escuela, universidad, parques recreativos, hospitales, industrias, agricultores, artesanos, etc., todo lo que una ciudad necesita para ser autosuficiente, y lo que no tenían lo compraban por medio del trueque con un pueblo vecino, que conocía el arte de la economía capitalista. Por lo que no carecían de medios de comunicación, y sabían lo que había afuera de ese pueblo, pero nadie estaba interesado en salir, todos tenían un trabajo, una casa, padres, hermanos, en fin, sus minutos, horas, segundos, y demás mediciones de tiempo le ocupaban a su máxima capacidad. Su vida era un horario, por suerte para Santey al llegar a esta ciudad, le toco la hora de la comida, por lo que pudieron ofrecerle comida, trabajo, y después hospedaje. No podían alterar este itinerario. Pasados unos días Santey vio que aquello le empezaba a aburrir, decidido a irse a la hora de los éxodos, pasó por un puente peatonal, en donde para su sorpresa unos indigentes se habían reunido en torno a una fogata, y contaban historias, entre ellas hubo una que mucho sorprendió a Santey. Érase que se era…


Perseguidos uno tras otro se acercaron a ver a un joven que se encontraba con una resolución aparente del suicidio. El joven había arriesgado este tiempo por que su novia le había abandonado a la hora de los desamores, él perdió la razón temporal no sólo por perturbar su hora para dormir, sino porque los crímenes y suicidios y sui géneris habían sido eliminados de la agenda, pues habían pasado de moda, pero sobre todo que había arrancado su reloj de la muñeca. Un asalto de conciencia lo arranco de las manos del libre acceso a la muerte. Pero la idea seguía latente en su conciencia. Él, Nótalp, corrió a la iglesia más cercana, a pedir consejo de dios, pues era muy creyente de lo Santo y derivados. Le rogó a dios por la pregunta. La pregunta llegó con un rayo de luz, y ya se ve que dios también tiene tiempo de atención. Pensó por esta iluminación que hacer con ese tiempo de vida que le estaba dado, pues era necesario que lo utilizara sabiamente.


Una incógnita más apareció, tal vez porque era un dos por uno en el cielo. ¿Y cuantos años más le quedaban de vida?, eso se puede preguntar ya que no le importaba morir, por lo que saberlo le daría lo mismo, no tendría que pedir variables, pues dios prestaba la vida, y eso sabía. Ese préstamo es irrevocable a menos que uno decida hacer lo contrario. Desde el inicio sabía que esto lo condenaría al infierno, pero estaba dispuesto a correr el riesgo, de todos modos ya era la “oveja negra”, y nada lo podría salvar de la hora del temor. Un mensajero de dios, que había tomado la forma de la caridad, le deposito en la mano una moneda de cincuenta centavos, pensando en no cuestionar los designios de Dios, y convertir cualquier manifestación de la realidad como misterio, pensó que aquella significaba que quedaban cincuenta años de vida. Reaccionando ante esta situación hizo una sumatoria rápida, y conjeturo que debería de llegar a los ochenta años. Luego recordó la anterior pregunta de que hacer con ese tiempo, como utilizarlo, no podía vivir cincuenta años mas, no quería, no los deseaba. Sabia de aquella imperiosa necesidad, por haber vivido durante estos años, en aquella ciudad que cada uno de sus habitantes necesitaba de tiempo libre, tiempo sin horario, sin itinerario, fuera del mismo tiempo.

Al llegar a su casa, saco su lista de amigos y les llamo a cada uno de ellos, pensando en que le interesarían unas cuantas horas o días, o meses de su tiempo. Pues había llegado a la conclusión que aquel acto de caridad era una respuesta ante el pecado que estaba por cometer, pudiendo comprar algunas indulgencias y el perdón por unos cuantos pecados que tuviera atrasados en su vida mundana. Que aunque fueran absueltos en el tiempo de la confesión, le faltaba borrar toda mancha y ser inmaculado. Pero la voz paso de un lado a otro, hasta llegar a los oídos de unos ancianos que aún no querían morir, a pesar de tener el tiempo de morir cercano.


Originó al paso del tiempo que se rodeara su casa de personas que interesados en el obsequio de las horas, esperaban a que les otorgara unos minutos. Originando que lo itinerarios mismos fueran disueltos, como quien expande agua de río en el mar. Pero los iluminados se empezaron a manifestar y se empezaron a dar opiniones, llegando a la conclusión de que era lo mejor para el caso aquí expuesto la compra. Así eliminaría toda posibilidad de disputas con golpes, empujones, y demás, claro, los pobres inmediatamente tendrían a olvidarse del asunto. Dejando a unos cuantos el lugar de comprar.


Un simpático pastor de la iglesia, dijo que eso no de podría llevar acabo, y les llamo herejes, y los condeno a arrepentirse de semejante idea, Aunque no explicaba que hacia en ese lugar, pues pareciera que también quisiera una parte de tiempo. Pero nuevamente el señor apareció en forma de gorrión y decidió morir o realmente fue un ataque a algún organismo y el padre vio las señales y dijo que era un mensaje de que aquello podría realizarse. Y al cabo de unas horas, se empezó a rematar el tiempo, por años, horas, minutos, hasta hubo un decenio que se vendió en unos cuantos millones, pero una vez acabada esta selección de tiempo, las personas se fueron retirando, y algunas que compraron horas, las llevaron al mercado de valores, e iban conforme pasaban los minutos a la alza. Nótalp les entregaba por medio de cheques certificados y bajo la supervisión de notarios públicos conforme iban vendiéndose. La gente se fue a dormir tranquila, el subastador, el notario y los organizadores también pues llevaban la garantía de su tiempo. En medio de tanta fortuna, en un principio seguía con la necesidad de pagar sus pecados en la iglesia, pero ahora podía pagar misas, peregrinaciones, ayunos, etc., por su alma. El señor es sabio y al saber siempre que alguien tiene dinero, se empiezan a acercar, y con ello garantizar amistad y recursos monetarios.


Amaneció entre toda ese gente y sintió un deseo vivo de reincorporarse a la vida, es decir, iniciar nuevamente su camino con el señor, con las mujeres, con la felicidad. Pero al salir de su casa, con las maletas en la mano, y una sonrisa en el rostro, fue delatado por un niño que también había adquirido en las canicas tiempo, todos lo persiguieron por las avenidas que estaban en el tiempo de la desolación, hasta que un bache, lo hizo caer. Todos sabían que si no moría, esos vales no valían nada, por lo que la única solución era acabar democráticamente con su vida. Los interesados tomaron parte en el asesinato, desde los que golpeándolo, iban embarrándose de tiempo, manifestado como sangre, luego aparecieron los que sin agujas tejieron una soga, estos fueron los más interesados, pues eran los poseedores de años. Y al sonido de las campanas llenas de alegría, todos danzaron alrededor de una fogata celebrando el tiempo santo…

2 comentarios:

Cerillo dijo...

Buen relato con un final sorprendente

Malva Marina dijo...

ME ENCANTO ESTE CUENTO