Nunca lo vi así. Estuvo dando vueltas a la fuente toda la mañana, tal vez, persiguiendo algo.
A la una de la tarde tomó una tiza de su pantalón y recorrió ahora en sentido contrario aquella elipse.
Salí. Regresé de las horas y las compras. Pensé por un momento, al girar la llave de puerta, que seguiría ahí, dando vueltas. Pero no le vi. No verle a la luz de la elipse, me aterró de golpe con una tranquilidad tan simple.
Fui a la cocina a depositar las compras y a prepararme una taza de té.
Él estaba en la salita de mimbre con un libro y sus manos firmes. Sus lentes gruesos, estaban postrados en la mesita del centro. El pez que de la mesita, miró esa tarde el mundo de aire desde aquellos lentes.
Mientras yo prendía un pucho, salió corriendo a la fuente, brincó; yo incineraba aquel pucho, y vi su cuerpo inclinándose en la curva de la fuente, y de a poco se hundió.
Ahora intento inundar la casa.
Tal vez. Tal vez.
A la una de la tarde tomó una tiza de su pantalón y recorrió ahora en sentido contrario aquella elipse.
Salí. Regresé de las horas y las compras. Pensé por un momento, al girar la llave de puerta, que seguiría ahí, dando vueltas. Pero no le vi. No verle a la luz de la elipse, me aterró de golpe con una tranquilidad tan simple.
Fui a la cocina a depositar las compras y a prepararme una taza de té.
Él estaba en la salita de mimbre con un libro y sus manos firmes. Sus lentes gruesos, estaban postrados en la mesita del centro. El pez que de la mesita, miró esa tarde el mundo de aire desde aquellos lentes.
Mientras yo prendía un pucho, salió corriendo a la fuente, brincó; yo incineraba aquel pucho, y vi su cuerpo inclinándose en la curva de la fuente, y de a poco se hundió.
Ahora intento inundar la casa.
Tal vez. Tal vez.
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