Sin avisarnos, simplemente, se nos rompe la madre.
Atado con ladrillos y huesos de acero, se nos arroja a un nido de sangre coagulada. Se grita y se caen algunos pesos, sin pesos de pluma. Nos volvemos fetos y ellos quieren hacer todo lo posible por hacernos adultos. Retrocedemos un poco, y desangramos por las alcantarillas, tal vez, alguna rata lleve un poco de mi sangre en su pelambre y descubra un poco de sol.
Sin más se nos acaricia, y se nos da de tragar. Nos arrojan un huesito y si lo traemos nos acarician en pelo y se nos dice: Buen chico. Si lo traemos nos golpean con una vara.
lunes, marzo 24, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario