lunes, mayo 04, 2009

Todo

A los tres años comencé a hablar. Fue justo después de que por el portón, dejaran colar tres gendarmes a la muerte.
Mi boca no expulso tesoros dignos de submarinos y cazadores de profetas.
La teoría psicoanalista, dice que no me importo hablar, ya que el mundo, era una charola de plata a señas y yo un midas de mocos y dedos.
Necesite un acto simbólico que respaldará significativamente aprender la oralidad de los mayores. Tal vez sea que ante las velas y la noche larga en el velorio de mi bisabuela, extrañaba tontamente lo ajeno.
¿Cuál fue mi primera palabra?, no importa.
He olvidado ese silencio.


2 comentarios:

Carmelita dijo...

simplemente me ha quedado un sielencio mientras lo leia, su trabajo es imecable.

Ivette Marie Serrano dijo...

Intenso